lunes, 30 de agosto de 2010

DEL JABLE Y ECOLOGÍA

Según el Codex Alimentarius, se define la agricultura ecológica como "un sistema de ordenación de la producción que promueve y mejora la salud del sistema agrario, con inclusión de la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo". Concluyentemente, se trata de un sistema de producción de alimentos más respetuoso con el medio ambiente porque favorece la biodiversidad de los ecosistemas, reduce la contaminación de suelos y aguas y contribuye de manera importante a reforzar el sistema agroalimentario.
En los últimos años ha tenido lugar un crecimiento espectacular en la producción y demanda de alimentos de cultivo ecológico, sobre todo de productos frescos. Entre ellos destacan las hortalizas frescas. Sin embargo, en la actualidad el sector de la agricultura ecológica ocupa un pequeño espacio de mercado, aunque se espera un fuerte crecimiento a corto o medio plazo. Los consumidores están cada día más preocupados por proteger su salud y por el cuidado del medio ambiente y, a pesar de que en España la información sobre la alimentación ecológica es de escasa difusión, una parte muy importante de la población ya se interesa por este tipo de alimentos.El principal valor añadido de los productos ecológicos es su respeto al medio ambiente y su compromiso con el desarrollo sostenible. Según diferentes organismos nacionales e internaciones del sector agroalimentario y de la salud, los aspectos más destacables de los productos ecológicos son entre otras, ausencia de restos de pesticidas de síntesis.
Su obtención requiere de mayor mano de obra que la elaboración convencional, por lo que en el ámbito local y en el medio rural los beneficios son evidentes.
Ampliación de la biodiversidad. Es una producción que utiliza la biodiversidad natural como una herramienta imprescindible en el manejo de las fincas.
Reduce la corrupción de aguas subterráneas y suelos por la utilización de fertilizantes orgánicos de baja solubilidad empleados en las cantidades adecuadas. Además, como no se emplean pesticidas, contribuye a mejorar la calidad del aire.
En realidad, los cultivos ecológicos no son constituidos en grandes áreas, sobre todo en lo que concierne a Canarias, a excepción del plátano. De ahí que quizás lo más interesante podría ser el pasarles unas nociones de cómo prepararse su propio huerto.
Es conveniente realizar una buena distribución de los espacios disponibles a fin de aprovecharlos al máximo y conseguir los mejores resultados con el mínimo esfuerzo.
Por otra parte, tan importante como la buena distribución, es el planificar los cultivos que deseamos efectuar en la huerta, y para ello será necesario que recapacitemos a fondo sobre nuestros gustos culinarios y las necesidades de consumo cotidiano. No tiene mucho sentido plantar veinte berzas porque nos regalaron las plantas, si no solemos comer col más que en ocasiones. Por el contrario, si todos los días comemos ensalada de lechuga, convendrá ir sembrando y plantando con regularidad, con ello tendremos un cultivo escalonado a lo largo de los meses y nunca faltarán en la mesa. Con cuatro o cinco matas de calabacín bastará para el consumo familiar, con más de quince, nos veremos obligados a regalar o a vender los kilos de calabacines que no podamos consumir.
Asimismo hay cultivos complejos, como el de los melones o las sandías, que merece la pena dejar para cuando tengamos más experiencia o únicamente si verdaderamente nos sobra sitio, pues conquistan mucho espacio para los tres o cuatro melones que puede dar cada matojo.
Para una buena programación es necesario conocer los ciclos de cultivo de cada planta o variedad y saber más o menos el tiempo que ocupará el terreno, ya que éste varía desde un mes, desde el sembrado a la cosecha, en los manejables rabanitos, a los tres a cinco meses, que ocupan el terreno unas zanahorias. Sin olvidarnos de que, para mantener la salud y fertilidad de nuestra huerta, sería interesante respetar las rotaciones de cultivos y no repetir en una determinada parcela una misma familia de plantas varios años seguidos, pues se especializan ciertos parásitos que a la larga podrían causar serios problemas; lo ideal es respetar rotaciones de cuatro años, como mínimo.
Existe un tema que persiste en el tiempo y generalmente no se corresponde con la realidad, y es que el cultivo ecológico tiene tantos problemas que no es posible llevarlo a cabo y que sólo se consiguen cosechas mediocres, alegando que, si todos los agricultores se pasaran a la agricultura ecológica, no se producirían suficientes alimentos y se incrementaría el hambre en el mundo.
Nada más lejos de la realidad, últimos estudios estadísticos, llevados a cabo mediante seguimiento de fincas durante diez años, han demostrado que se están consiguiendo mayores producciones por hectárea en las fincas de cultivo ecológico que en las convencionales de cultivo químico.
Se preguntarán a que viene todo esto, pues bien, en un reciente viaje a Lanzarote, una compañera de la prensa grafica, me comentaba sobre la preocupación que existe sobre este tipo de cultivos y el poco o nulo interés que muestran ciertos ciudadanos por la conservación del entorno y de la tierra.
Ya los aborígenes vinculan su historia al jable. Existen municipios donde si bien la base tradicional de la economía ha sido la agricultura, con el transcurrir del tiempo, se ha producido un destacado cambio en la actividad de sus habitantes, que han pasado al sector servicios, especialmente a la construcción y turismo.
En la zona del jable el suelo se dedica a la producción de cebollas, boniatos y legumbres. La viña predomina en los mantos lávicos de más reciente formación, quedando vestigios de su antigua ocupación por las higueras.
Pues bien, si seguimos maltratando el entorno, terminaremos destruyendo los pocos cultivos que nos quedan. Pero eso ya lo saben ustedes, lo único, si sirve como recordatorio, en particular a los usuarios de los “todo terreno” y de los “Quads” me daré por satisfecho.

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