martes, 24 de agosto de 2010

DE MADERA, CERÁMICA, HIERRO U OTRO MATERIAL, SIEMPRE SERÁ LA CUCHARA

Estos utensilios podían ser de diferentes materiales, dependiendo de la zona geográfica donde estas primeras comunidades estaban asentadas.
Según cuentan los grandes eruditos, la cuchara es uno de los más vetustos instrumentos afines con la alimentación humana. Sus orígenes, si bien en un principio imprecisos, pueden remontarse a los albores de la humanidad. Digo yo que el primero de todos sería una especie de cuenco de la mano de un homínido. Sin embargo, fue en el Neolítico, a medida que surgían las primeras sociedades sedentarias, cuando aparecieron los primeros ejemplares de cuchara
Por lo general, se trataba de sociedades que consumían como alimento primario harinas, tomadas en forma de papillas, sopas o purés. Y ya se sabe, el hambre agudiza el ingenio.
Desde el inicio de del tercer milenio A.C., en casi todos los estados surgidos en la creciente y fértil Mesopotamia, Egipto, Siria o Palestina, donde paradójicamente ahora mucha gente carece de lo más elemental, se producían estupendas cucharas, con mangos tallados y otros adornos de fantasía, logrando una gran variedad de modelos y formas. Visitando los mejores museos del mundo podemos examinar muchas de estas piezas, pero hay que hacer una especial referencia al museo del Louvre de París, donde se encuentran varias de las mejores piezas de todos los tiempos, con trabajos muy apreciados íntimamente por el mundo del arte.
Hasta la revolución industrial, la cuchara tal y como la conocemos era un utensilio reservado a las clases pudientes. La plebe, se tomaba la sopa, directamente de la escudilla.
Ahora, es curioso, en nuestra historia reciente, durante mucho tiempo, la expresión comer de cuchara era signo de flaca economía y estrechez alimenticia. Los platos que precisaban de tal artilugio eran considerados comida de pobres. Felizmente, las nuevas modas culinarias están situando estos platos en el destacado lugar que se merecen. Y dichosamente también, la cuchara ya no es un artículo de lujo al alcance exclusivo de unos pocos. Porque, ¿se imaginan ustedes comerse un Puchero Canario, a morro?
Como prólogo vale, pero entremos en la historia que nos citan diferentes autores. Decía que, de orígenes poco precisos, el vocablo cuchara procede del latín cochleare, empleada para definir la medida de capacidad de apenas un centilitro o cuarto de cyathus, y podemos iterar que es uno de los instrumentos más antiguos de los que se ha valido la humanidad tanto para comer, como para servir, aunque en sus principios contase con formas muy dispares. Algunos expertos consideran, que desde el Paleolítico los hombres ya manejaban diferentes tipos de utensilios para poder tomar los alimentos. Unos con forma de pala y otros con un poco más de concavidad.
Estos utensilios podían ser de diferentes materiales, dependiendo de la zona geográfica donde estas primeras comunidades estaban asentadas,. Las situadas al lado del mar, solían recurrir a conchas de moluscos. Las colectividades del interior se valían de cortezas, huesos y algunas terceras materias primas que les eran más fáciles de conseguir.
Los primeros vestigios de utensilios fabricados por el hombre, Pertenecen al Neolítico, según afirman los expertos, donde las comunidades asentadas en medios rurales, que vivían de la agricultura y la ganadería , confeccionaban ya utensilios que les servían para cocinar, para llevarse líquidos a la boca o trasegarlos.
El diseño de estos primeros utensilios, aunque todavía bastante primitivos, debido a la falta de herramientas de precisión, empezaban a tener una forma bastante parecida a la actual, una pala cóncava y un mango; siendo los materiales más utilizados huesos tallados, determinados tipos de piedra y arcilla cocida. Por pura lógica, utilizaban materiales que fuesen fáciles de trabajar o transformar.
Gran cantidad de los útiles, considerados como cucharas, no tenían una función expresa para la alimentación, sino que eran utilizadas para diversas actividades médicas, ceremoniales o productivas.
Las más delicadas, fundidas en metales nobles, oro y plata, y a veces decoradas con piedras preciosas, se monopolizaban para los oficios religiosos de los templos, aplicar cosméticos a las estatuas de las divinidades o en la persona de los reyes idolatrados.
Transformada en objeto sagrado, a veces, la cuchara formaba parte del ajuar funerario de monarcas y altos dignatarios, confirmándose este punto con el hallazgo efectuado sobre la tumba del faraón Osarkón II donde se encontró una cuchara cuya cavidad estaba trabada por una mano que se enastaba a un tubo de metal.
En la Grecia clásica se fabricaron cucharas de oro, plata, bronce y hueso con fines análogos a los ya expuestos. En aquel momento, aunque el instrumento era conocido, rara vez se utilizó como cubierto de mesa, debido al tipo de pitanza que tomaban.
Las poderosas elites del Imperio romano dispusieron ya de complicadas vajillas con múltiples tipos de cucharas, destinadas a alimentos muy específicos, la cuchara pequeña y puntiaguda o cochlear, que se empleaba para vaciar y coger huevos, mariscos y caracoles; la ligula, un poco más grande, usada para tomar sopas y purés; y la trulla, especie de cazo, con capacidad de un decilitro, que tenía como función trasegar líquidos.
En Imperio Bizantino, cuya presencia se prolongó hasta el final de la Edad Media, apenas evolucionó el diseño de la cuchara y se continuaron empleando los mismos modelos de cuchara que el la Roma clásica.
Las condiciones no parecen que fuesen muy distinta en el mundo islámico medieval. La alimentación a base de sopas espesas de harina o sémola, más o menos condicionadas con carne picada y legumbres, y una especie de puré de habas, guisantes y lentejas, se tomaba en escudillas de cerámica con o sin cucharas de madera.
Éstas llegaron a tener una amplia difusión en Al-Andalus, tal como sucedió en los reinos cristianos del norte de la península Ibérica, donde se utilizaba para designarlas el término latino o formas derivadas del mismo, culiare en León, siglo X o cugare y cuchare en Castilla siglos XI y XII. Hasta el siglo XV el termino cuchara no aparecerá en castellano, coexistiendo con el término de uso popular, hasta bien entrado el XVII.
La cuchara se encuentra ya presente en las reflexiones de distintos eruditos europeos medievales sobre la conducta adecuada en las mesas de la nobleza. Por aquella época, el comer y beber tenía mucha más importancia social que hoy día. Durante el siglo XII, abates ilustrados escribieron libros en latín sobre normas de comportamiento durante las comidas. Conjuntamente, a partir de 1250, empezaron a aparecer libros similares en lenguas vernáculas, destinados a los círculos aristocráticos de la sociedad cortesana.
Todo el conjunto de buenos modales que debía observar el caballero se denominaba en francés courtoisie, en inglés courtesy, italiano cortezia, y en castellano cortesanía cortesía. La mayoría de los textos de la época expresan que era todavía costumbre tomar las comidas de la fuente común con los dedos, por lo que se recomendaba lavarse las manos antes de las comidas y no tocarse las orejas, la nariz o los ojos durante ellas. Siendo costumbre comer con las manos, de ahí viene el  lavarse las manos antes de comer, por que se manipulaban los alimentos con las mismas.
Rara vez se utilizaba la cuchara. Con las carnes y salsas, la costumbre era que cada cual tomase la pieza de carne que le apeteciese de la fuente y la mojase en la salsera común, para a continuación llevársela con los dedos a la boca.
Luego, fueron adoptando formas redondeadas y bastante planas, y en ocasiones demasiado grandes, lo que obligaba a la gente abrir mucho la boca para servirse de ellas. Pero desde comienzos del siglo XIV adquirieron la forma ovalada que aún las caracteriza y que facilitó su uso, contribuyendo a la expansión del mismo.
Para no aburrirles a unos y dejarles con la cuchara en la boca a otros, les dejo con los diferentes modelos y a la espera de contarles el resto.

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